A Beti la morena
COPLILLAS PARA BETI
De la serie «Coplillas de ciego»
Querida Beti:
Te quiero dedicar un poema
pero, ay, tengo un problema:
Y es que no te conozco;
con lo cual, lo reconozco,
es difícil hacer de un poema
algo más que un pastel de crema.
Podría recitarte, por ejemplo
–como se reza un domingo en el templo–,
un poema genérico, una especie de cromo,
algo así como:
El otro día tuvo para mí la noche
un inesperado y hermosísimo broche;
Al entrar en un garito
¡Zas! Detrás de la barra…
Casi me quedo en la parra:
pues lo que vi… ¡Qué bonito!
Una impresionante belleza
de ébano y marfil
me sonreía con delicadeza,
poniéndome, no diré a cien, ¡sino a mil!
Pero esta tontería sería poco
para esa señorita tan linda
que se pasea como una guinda
tras la barra del Moloko.
De manera que necesito conocerte
si unos versos quiero ofrecerte.
A ver si me entiendes,
querida niña
de sonrisa de piña:
Si quiero hablar con justicia y razón,
contigo he de trabar conversación;
si a mi palabra pretendo ser fiel,
necesito conocer el tacto de tu piel;
si quiero que mis versos no salgan
empalagosos y tiesos,
si quiero que algo valgan,
he de probar el sabor de tus besos.
A ver si me entiendes, mujer
de presencia que se hace querer:
Si voy a hacerte un homenaje
con unas pobres palabras,
tienes que pagar el peaje:
quiero que a mí te abras.
De manera que necesito conocerte,
si unos versos quiero ofrecerte.
Pero, ahora que lo pienso…
¿No te habré ya dado
lo que precisamente decía
con premeditación y alevosía
que no sería ofrendado,
sin antes conocerte,
–o sea, unos versos ofrecerte?
Aunque sean unos versos
hechos a salto de mata,
de fragmentos diversos
y poesía barata.
Pero entonces, si éste es el caso,
de estas coplas llega ya el ocaso
y yo de aquí no he sacado nada…
A no ser que con una mirada
confieses que al menos…
te he entretenido.
Eso sí, quedando bien entendido
que si he dicho algo atrevido
no son más que licencias poéticas,
fabulaciones hipotéticas,
para enhebrar unas rimas
facilonas y poco finas…
O no.
Usted me entiende
pues eso es cosa
que no de otra
al cabo depende.
Pero me da igual, da igual, da igual;
si yo te conociera, chiquilla
te escribiría algo colosal:
no sé, la séptima maravilla.
En fin.
Hasta aquí hemos llegado.
Hemos llegado hasta aquí.
Así
que se despide de ti,
tu devoto admirador:
este loco trovador,
jR
Madrid, 25 de febrero de 1999